CRITICA
LITERARIA DE ROBERTO BRIONES
“Memorias y confesiones de una niña triste”
autora
Escritora Mónica Gómez
Edición
bilingüe español -rumano.
Editura PIM
Budapest, Rumanía.
¿Quién eres tú, qué haces, por
qué no te doblegas ante mí?
¿Acaso eres un escritor?
Soy más que un escritor. Soy
un poeta.
V.Gr.Thales
Tal vez aquel lector que recorre librerías y se detiene a hojear los libros que le atraen, le sorprenda no encontrar bajo el título evocador de la obra que nos ocupa, las vivencias de una adolescente o las de una joven escritora.
Se encontrará al poco andar que está ante los
sentimientos y vivencias de una escritora que ha transitado por la vida desde
mediados del siglo pasado, que ha sido testigo mudo y actriz a la vez de múltiples
acontecimientos y qué bajo su pluma cobran una nueva existencia.
El libro al cual me refiero es obra de la escritora chilena Mónica Gómez y tiene por título “Memorias y confesiones de una niña triste”, perteneciente al género literario referencial memoria, publicado en forma bilingue español-rumano por Editura PIM en Budapest, Rumanía y actualmente en forma virtual e impresa en los catálogos de la Biblioteca Nacional, la Academia Chilena de la Lengua y el Museo dela Memoria y los Derechos Humanos de Chile.
Obra multifacética dónde conviven dos personas. La
prosista, la que quiere describir lo que ve y va cubriendo su cuerpo y colmando
su alma como una periodista, como un vigía que mira el acontecer desde la
altura de su atalaya, las que empiezan siempre con un seco “Soy Mónica, la
escritora”, que da a continuación una vivencia que ha llegado a su inteligencia
y comunica con un lenguaje sincero y descarnado. Se auto denuncia en una
oportunidad como una persona muy cercana al proceso revolucionario que nos
llevó por oposición a la contradictoria dictadura en Chile, pero que nunca
pierde su sentido del equilibrio tan ausente en los revolucionarios. “Intenté
militar en partidos políticos, asistí a reuniones, pensé que allí estaban los
buenos y afuera los malos; me equivoqué, los más miserables ataques los recibí
allí, donde creí estaban los buenos porque me sentí atrapada,”
Sin embargo, aún en sus más ásperos y objetivos
relatos, en la escritora aflora siempre su esencia indestructible: La poeta. “…venía
a pedirme que partiera con él como prueba de mi amor, a lo que yo me negaba,
respondiendo sin palabras que yo no jugaba a la muerte, jugaba a la vida.”
Y a continuación, la poeta-poeta, entregando con las
únicas palabras posibles el dolor o sentimiento el mismo acto vital que la ha
envuelto. “…porque siempre pensé que la Muerte estaba aún lejos, convencida profundamente
qué no era una muerte de verdad, sólo el paso a la presencia- ausencia
silenciosa…”
Así transita Mónica, la escritora, la voz de la niña
triste, confesando, desde los albores de su nacimiento de hembra, contradiciendo
el deseo de varón que quiso su madre y que no fue. La razón de esta triste niña
huérfana con una madre viva. Los prístinos recuerdos de su abuela hechicera de
las letras, y de su nana araucana, con su sabiduría, pócimas y hierbas
ancestrales, para sanar el cuerpo, para sanar el alma. NOTA DEL CRÍTICO: VER
CONTRADICCIÓN: Si la abuela Mercedes murió el mismo día en que nació la autora,
NO PUDO ENSEÑARLE LAS LEYES DEL AMOR NI DE NADA QUE NO FUERA LA MUERTE. (1946-1947)
La poeta y la escritora, transitando en medio del humo y las explosiones del 11
de septiembre de 1973, su partida al exilio voluntario, buscando la libertad,
la hégira desde Buenos Aires, el tránsito por Argelia y finalmente el México
solidario y acogedor. Chile lejano, todavía en el corazón.
El regreso días antes del comienzo del retorno a la
democracia, su intento de trabajar en la lucha por alcanzar esa meta todavía
lejana. La decepción que conlleva la actitud prepotente y avasalladora de sus
antiguos compañeros. El Chile nuevo. El
verdadero rostro de los revolucionarios. Los de metralleta y pluma. Uno solo:
El poder. “Nepotismo. Misógino. Sectario.”
Tránsito lento, doloroso y pertinaz. La escritora
refuerza su pluma con pasión, racionalidad y una objetividad, ocultada por
muchos, para encubrir el camino de la hipocresía.
La niña triste se convierte entonces en una avaliente amazona
que atraviesa el umbral del siglo XXI blandiendo su espada, dispuesta a
enfrentar, como San Jorge, a los más feroces dragones, o como David, al más
cruel de los gigantes.
Leer con detención esta obra de Mónica Gómez es un
tránsito evocador, mágico y muchas veces doloroso, desde mediados del siglo
pasado hasta nuestros inciertos actuales días. Su obra ilumina, su obra
obscurece. Poético, inefablemente siempre poético.
Nota del crítico: Perdón por mi ignorancia, pero es
esta la primera vez que tengo ante mis ojos un relato escrito a dos voces, que
además se unen a la perfección: El escritor y su poeta. Si así fuere, tal
vez podría acentuarse este rasgo en la última versión de estas observaciones.
Roberto Briones S.
Escritor
Santiago
de Chile,22/3/2025.