Por Mónica Gómez
Resabios de la dictadura y otras yerbas
Escribo
esta crónica en la ciudad de Santiago de Chile, con el propósito de mostrar
que
el retorno a la democracia en mi país no significó sólo
el impacto de un cambio
profundo que se reflejó en
diversos aspectos de la vida cotidiana.
Y dónde en las calles de Santiago, se percibió una mezcla de esperanza
entre los ciudadanos que buscaban reconstruir vínculos y redefinir sus
roles en una sociedad que aún sanaba heridas.
Si no que también hubo conductas de abuso y
fraude con el fin de obtener beneficios
y provechos ilícitos provocados por personas inescrupulosas – opino que la
corrupción se lleva en el ADN- qué utilizando oportunidades sociales, políticas
y la falta de control adecuada por parte de las autoridades; permitieron que esta
gente actuara.
Sé de muchas historias engañosas,
aunque esta vez me referiré a una que
afecta la confianza de muchos miembros hacia una institución con prestigio
internacional y con sedes a través de todo el mundo.
Conozco de estas acciones por haber ejercido mis profesiones del
periodismo y literatura en México
en mi calidad de escritora chilena en el país
del norte durante veinte
años, y luego la literatura y la gestión cultural desde
hace veintiún años a la
fecha, en mi regreso a Chile.
Contaré en esta crónica una anécdota
que no lo habría hecho si no fuera porque
contraviene los estatutos de
la organización donde se realizó e implicara gravedad
en contra de los derechos de
los socios, muchos de ellos escritores.
Sucedió el 25 de marzo de
este año de 2025 en Santiago de Chile, exactamente
a las cinco de la tarde de
un martes, a treinta y cinco años del retorno de la
democracia y luego de una
dictadura de diecisiete años.
Y me referiré a la falsedad
de individuos enquistados en las instituciones democráticas
que usando informaciones fraudulentas
y recursos falsos - resabios enquistados
por el régimen pasado- usan y abusan en contra
de los miembros de la sede, con
acciones de amedrentamiento,
censura y represión.
Aclaro que soy socia de la organización
a la que me referiré, desde hace varios años y
al ingresar fue convencida
de asumir el compromiso de ejercer un voluntariado a favor
de hacer cumplir con los deberes de
rescatar, defender y luchar contra la censura,
la mordaza y la represión.
Manteniendo hacia esta sede una actitud
responsable como profesional de
la letras y agente de la cultura –
ambas certificadas en México y en
Chile-, con mis cuotas como miembro al
día, la colaboración permanentemente
de integrar nuevos socios y la donación voluntaria
de proyectos culturales.
El asunto es que aquí comprobé la falsedad de dos dirigentes elegidos como
consecuencia del ejercicio de la amistocracia y el oportunismo.
Y sucedió que por solicitud
del vicepresidente de este año de la sede en Chile y
actualmente presidente de la organización de la Comisión Internacional de Escritoras y
Escritores por la Paz, fui convocada a una reunión presencial con él en lo que pensé
sería momento de fortalecer actividades.
El asunto de la citación era la orden que me exigía
– de forma amenazante- que yo
no hablara ni realizara ningún comentario,
como lo habían realizado antes
doce socios -escritores conocidos y respetables-
quienes debieron renunciar por no
estar de acuerdo con las condiciones
arbitrarias de la presidenta y vicepresidente de
la sede Chile y haber manifestado sus
opiniones.
Insistió en este asunto varias veces y en
tono prepotente me demandó no participar
más debido a que yo había expresado cierto reclamo con la forma de dirigir la
sede.
A lo
que respondí que de ninguna manera aceptaba órdenes que contravenían
mis principios éticos y menos el de silenciarme
y hacerme cómplice de acciones
autoritarias e injustas.
Hasta ahí todo se trataba de censura y
amedrentamiento, nada más que sorpresiva-
mente se sintió el ruido de una grabadora que
se apagaba y una luz roja señal de stop
se notó en el bolso semiabierto que traía en
el vicepresidente en su hombro
izquierdo y en forma oculta,
ESCONDIDO (como en las peores épocas de la dictadura).
Y la reunión terminó,
sorprendido este personaje y al darse cuenta qué su grabadora
había quedado al descubierto, se retiró rápidamente.
A partir de ese momento, la
negatividad hacia mí del vicepresidente y la presidenta
de la institución fue la de excluirme
de todas las actividades, no responder a mis
envíos de proyectos literarios
y eliminar mi participación en el WhatsApp grupal de
socios- a pesar del reclamo de varios-.
Sé que no es fácil vivir en continua resistencia
contra las exigencias de complicidad
que
nos piden las causas deshonestas, indudablemente se crean muchos enemigos.
A
pesar de ello es mi convicción en la vida como mujer escritora, luchar contra
la
injusticia
y la violencia de todo tipo (aún de las más enmascaradas y solapadas).
Concluyo
que al no tener las sedes de esta organización una supervisión anual
por parte de autoridades calificadas
internacionalmente, estos hechos se repetirán y los
escritores-socios;
renunciaremos, ya que seguirán siendo estos lugares
únicamente
de participación para aquellos que acepten lo inaceptable y estén dispuestos
(según los parámetros dominantes) a la
obediencia absoluta y humillante.
A pesar de esta situación escribo esta crónica
porque a los verdaderos escritores
no nos impedirán manifestar la denuncia por defender
y recuperar los valores que
aún existen en sus dimensiones de honestidad,
justicia y verdad.
Es un deber.
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