Portada del libro
pintura de Gustav Klimt
Prólogo
¿Cuál es el Nombre Secreto?
Mónica
Gómez no se aviene, fácilmente, con las perspectivas habituales e inherentes de
lo vivido, pues necesita avanzar a lo largo de senderos y direcciones de este
mundo, en busca de una satisfacción más honda que la ofrecida por cualquier
otra categoría que no le pertenezca por vividas. Parece refractaria de lo
tradicional. Es por eso que adopta, en la escritura, una movilidad que le
permita deambular, pensar, observar el propio corazón, traducir las miradas,
como quien, en la escritura del habla, alcanzara el vaciado de las inquietudes
y de las búsquedas. En este sentido, el verso impulsado en el aire de la
página, consigue ir y venir, como si el vuelo pudiera alcanzar fronteras huidizas,
señalando territorios que aparecen y se tornan próximos, aunque también se
marchan hacia la luz de los arcanos.
Tres son los énfasis en los
que deposita su interés y atención preferencial: el amor, la muerte y el
retorno. Cada uno goza de un largo prestigio en la literatura, porque
previamente dilatan la experiencia con indubitable propiedad. Amor, muerte y
retorno no son, sin embargo, motivos estancos: mantienen, entre ellos,
comunicación de la más alta pertinacia. Pero ese tres que los conjunta,
provoca, a su turno, un ánimo trinitario multiplicador, del que se tiene palmaria
evidencia en los textos. Con frecuencia éstos son viajes en la reminiscencia y
travesías anímicas. Entre la efeméride emocional y el arduo trabajo de la
voluntad, emerge una voz que sabe de crepúsculos, de noches, de principios de
alba: un elenco completo para mostrar la afirmación de vivir, a pesar de tantos
pesares.
El amor prorrumpe, dentro del
soliloquio lírico, con acento positivo, ya que a él se pertenece a partir del
reconocimiento y de la aspiración que procrean deleite imaginativo y placer
indecible; igualmente porque atavían el ánimo a partir de una disponibilidad
que se traduce en espera, encuentro de presencias y ofrenda al “nombre secreto
de Dios”. A partir de esta consumación, deviene una nueva tríada favorecedora
para el alma: fortaleza, verdad y triunfo.
“Equívocamente
buscaron
el amor
Ocultamente
y en su nombre secreto
lo invocaron tres veces
Verídicamente
se encontraron
en el amor”
La sección dedicada a la muerte alcanza
mayor capacidad conmovedora. Previsiblemente, los poemas concentran la
intención de enfrentar desbarajustes y tribulaciones, a los que suele llevar hasta
los límites de la razón y de la resistencia anímica, la siempre dura e
implacable “empadronadora”, hubiera dicho Gabriela Mistral.
En este caso, los poemas
parecieran edificarse sobre la base de un motivo tan vivencial como
desapacible, en cada uno. Con todo, el lenguaje empleado busca ser un vehículo
veraz e intenso —arrancado, a veces, después de sostener una brega lacerante
con el sí propio—en aseveraciones y actitudes que desnudan la cavilación a que
da origen el encuentro de la auténtica experiencia, a despecho de cierta
intromisión rampante de conectores lógicos. Cuando ello no sucede, aumenta su
potencia expresiva.
“Hoy no temo
a la vejez
a la muerte
a la represión
tengo la edad del tiempo
soy transparente como el aire
y no me indigna el desamor”
Los senderos del retorno,
tercera sección del poemario, corresponde a la paradoja de separación y anhelo
de reencuentro, ya no ceñido de tiempo, sino de perdurabilidad. Entonces, la voz
exalta, reflexiona y activa la memoria. Un breve y significativo elenco de
personas es el pivote de los versos. Incluso ensaya habitar la voz de una indígena,
representante de esa condición tan llamativa por ser ajena, aunque tan cercana
por el hecho de compartir la condición de mujer.
“¡Glorioso Künultuaen!
gracias por haber abierto
la sagrada puerta
la misteriosa puerta
la secreta puerta
la buscada y revelada puerta de la libertad
¡Yallemai…! “
Mónica Gómez confirma, en este
libro, la combatividad existencial de sus obras
anteriores. Poemas de asuntos esenciales. Nada se le otorga fácil. Ni el amor,
ni la muerte, ni el retorno son distracciones o quedan dichos con modo feble de
quien se gozara con la ligereza de los hechos, únicamente. Si dice noche es
porque ha conocido de tinieblas; si amanecer, debido a que la energía del poema
ha sabido escuchar su voz y el ansia que clama y suspira por el “nombre secreto
de Dios”. Tal vez sea ése el hallazgo que experimenta en su vislumbre. Este libro:
la traducción verbal de esos destellos.
Juan Antonio Massone
Santiago, diciembre 2012
Agradecimientos de la autora
Agradezco enormente a todos aquellos que rodearon el
quehacer de este
libro,
presencias- a veces ausencias- que inquietaron mis
sentimientos,especialmente
a la ternura de mi nieto Clemente,
a la fe de mis colegas escritores,
al siempre generoso apoyo de Juan Antonio,
al sereno consejo del Padre Mario
a la amistad de Jaime Hales,
a Marcela Gracia ,
a Chelita, Isabel,María Sofía,Ernesto, Amanda y demás.
A todos ellos gracias.
(El Nombre Secreto de Dios)
se gesta en Ushuaia
La autora Mónica Gómez
fotografiada por
Amanda Espejo,
artista múltiple,
durante una conversación interrumpida.
Ushuaia
(fotografía:Paz Oliva)